
Pampliega
Si busca un rincón donde la historia se sienta palpable y el paisaje castellano le dé la bienvenida, Pampliega es su destino. Esta noble villa se asienta a unos treinta kilómetros al suroeste de la capital burgalesa, en la fértil comarca del Arlanza. El municipio se extiende a orillas del tranquilo río Arlanzón, ocupando una ladera desde la que domina toda la vega. Su perfil se distingue de lejos por la imponente silueta de su iglesia parroquial, que actúa como atalaya sobre las casas. Es un pueblo de tamaño acogedor, que conserva el pulso de la vida rural mientras ofrece un legado histórico monumental. El municipio, además del núcleo principal, incluye las localidades de Santiuste y Torrepadierne, invitando a explorar la riqueza de su entorno.
Los orígenes de Pampliega se hunden en la Antigüedad. Los antiguos pobladores ya la conocían como un importante cruce de caminos y, con el tiempo, su relevancia creció hasta convertirse en un punto neurálgico en tiempos del Reino Visigodo. La villa está inmortalizada por su estrecho vínculo con el legendario Rey Wamba, quien, según la tradición, se retiró a un monasterio local tras ser traicionado y murió aquí en el siglo VII. Aunque sus restos fueron trasladados, su memoria sigue viva, y la villa conserva el orgullo de haber sido el último refugio del monarca. En épocas posteriores, Pampliega mantuvo su importancia estratégica, siendo un enclave amurallado que perteneció a poderosos señoríos y monasterios.
Pampliega es, sin duda, una visita obligada para los amantes de la historia monumental y la tranquilidad rural. El ascenso hasta su Iglesia de San Pedro Cátedra es una recompensa en sí misma: una monumental obra renacentista que alberga en su interior uno de los retablos mayores más bellos de la provincia, tallado por el maestro Domingo de Amberes. Además, podrá pasear junto a los vestigios de su antiguo Castillo en el Cerro de la Mota y atravesar la conservada Puerta de Presencio, el único arco que queda en pie de su antigua muralla medieval. Es la perfecta fusión entre la grandiosidad arquitectónica y la placidez del pueblo.
Le invitamos a recorrer tranquilamente sus calles, descubriendo las casonas de piedra que hablan de un pasado próspero. La experiencia se completa con un paseo por los aledaños del Arlanzón o una excursión al cercano Encinar de Torrepadierne, un bosque centenario ideal para el senderismo y la fotografía. Aquí, el tiempo parece detenerse; podrá disfrutar de la gastronomía local con sabor a Castilla y de la calidez de sus gentes. Venga a Pampliega y déjese conquistar por un pueblo que es historia viva y que le recibirá con los brazos abiertos.




