
Puente Medieval de Pampliega
Al pie de la villa de Pampliega, donde el río Arlanzón discurre con su calma característica, se yergue el imponente Puente Medieval. Esta sólida construcción de piedra no es solo una vía de paso, sino una puerta de entrada histórica a la localidad, un silencioso testigo de siglos de tránsito y comercio. El puente se sitúa en un entorno natural privilegiado, conectando la tierra de la antigua comarca de Campos de Muñó con el casco urbano de Pampliega, cuya majestuosa Iglesia de San Pedro se divisa en lo alto. Merece la pena visitarlo para contemplar una joya de la ingeniería antigua, sentir el fluir del río bajo sus arcos y rememorar el ir y venir de mercaderes, pastores y viajeros que, a lo largo de la historia, han cruzado por este mismo punto.
Historia
El origen del puente de Pampliega se remonta a la Baja Edad Media, posiblemente en el apogeo del estilo gótico, cuando la villa ya era un importante enclave amurallado. Su construcción fue vital para asegurar la comunicación y el comercio, permitiendo cruzar el río Arlanzón y conectando a Pampliega con rutas comerciales y militares que cruzaban Castilla. A lo largo de los siglos, el puente fue objeto de numerosas intervenciones y reconstrucciones, dadas las crecidas del río y la necesidad constante de mantenerlo operativo. Se tienen registros de importantes obras en los siglos XVI y XVII, siendo la gran remodelación del siglo XVIII la que le dio gran parte de su aspecto actual, combinando el diseño medieval con reformas barrocas. Es un monumento que ha resistido el paso del tiempo, adaptándose y renovándose para seguir cumpliendo su función histórica como eje vertebrador.
Características
El Puente de Pampliega es una obra de sillería de gran solidez, con una longitud de casi ochenta metros. Su diseño es especialmente llamativo, pues cuenta con varios arcos de distinta fisonomía —de medio punto, apuntados e incluso rebajados—, un rasgo que delata las distintas etapas de construcción y reconstrucción que ha experimentado. Este perfil de arcos variados le confiere una apariencia singular y robusta. Destacan los tajamares, unas cuñas de piedra en los pilares que se orientan río arriba para desviar la fuerza de la corriente y proteger la estructura. Su perfil, ligeramente alomado o "en lomo de asno", es una característica típica de los puentes antiguos que buscaban ganar altura en el centro para evitar inundaciones. Caminar sobre su calzada es sentir la historia bajo los pies y disfrutar de una perspectiva única del río y de la silueta de la villa.
Uso y conservación
Actualmente, el puente sigue siendo una pieza esencial en la vida local y un activo patrimonio histórico. Si bien la circulación del tráfico moderno se ha desviado para proteger su estructura, el puente es de libre acceso y se conserva como un paso fundamental para peatones y como un punto de ocio y paseo. Sigue cumpliendo la función social de antaño, conectando los campos de la vega con el corazón de Pampliega. Está protegido por la legislación de Patrimonio Histórico, asegurando que su estructura se mantenga en buen estado. Es el lugar perfecto para hacer una parada, observar las tranquilas aguas del Arlanzón y apreciar el equilibrio entre la obra del hombre y la naturaleza.
Viento: 10 km/hHumedad: 67%







