Iglesia de Santiago Apóstol

La iglesia de Santiago Apóstol es el principal referente patrimonial de Villaverde-Peñahorada y el edificio que mejor resume la historia del pueblo. Situada en el centro del caserío, elevándose ligeramente sobre el conjunto urbano, su silueta domina la llanura que antecede a las formaciones calizas de Peñahorada, marcando desde hace siglos el corazón religioso y social de la localidad. Su origen románico, aunque hoy en parte oculto por reformas posteriores, convierte a esta iglesia en una visita imprescindible para comprender la evolución histórica y artística del municipio.

Historia

Villaverde-Peñahorada aparece documentada por primera vez en el año 1137, cuando Alfonso VII y doña Berenguela concedieron diversas propiedades en el entorno al conde Rodrigo Gómez. Ese mismo año, el conde y su esposa Elvira Ramírez donaron la villa de Villaverde al monasterio de San Salvador de Oña, iniciando una estrecha vinculación con la poderosa abadía, que ejerció durante siglos el dominio jurisdiccional sobre el lugar.

El nombre actual del municipio procede de la unión de dos núcleos históricos: Villaverde, correspondiente al actual casco urbano, y Peñahorada de Fuera, situado en el paraje conocido como La Mota o Barrio de la Mota. Este segundo núcleo llegó a tener incluso mayor población, aunque hoy apenas se conserva su iglesia gótica de San Martín, ya sin uso parroquial.

En este contexto se construyó la primitiva iglesia románica de Santiago Apóstol, probablemente a comienzos del siglo XIII, como parroquia del núcleo de Villaverde. A lo largo del tiempo el edificio fue ampliado y transformado, incorporando capillas laterales y nuevas cubiertas, lo que enmascaró en parte su estructura original. Durante siglos coexistió como parroquia junto a la iglesia de San Martín, manteniéndose ambas hasta finales del siglo XIX; la de San Martín dejó de ser parroquia en 1902, quedando Santiago Apóstol como único templo parroquial del municipio.

Características

La iglesia presenta hoy una sola nave rectangular de tres tramos, cubierta con una bóveda de cañón apuntado, y rematada por un ábside semicircular. A los pies se sitúa el coro, sobre el que se alza la torre-campanario, mientras que la portada principal se abre al sur, protegida por un pórtico. A ambos lados del crucero se disponen dos capillas cubiertas con bóvedas estrelladas, cada una con su propio ámbito de sacristía; la capilla del lado del evangelio fue erigida por la familia de los Salazar, como evidencian los numerosos escudos heráldicos visibles tanto en el interior como en el exterior.

Al exterior, el ábside y el presbiterio forman un conjunto continuo asentado sobre un plinto rematado a bocel. El hemiciclo se divide en tres paños mediante contrafuertes, destacando en el paño central una saetera enmarcada por un arco de medio punto con chambrana de nacela, sostenido por columnas de capiteles vegetales muy esquemáticos. El alero de la cabecera se apoya en veintiún canecillos de temática variada, con motivos vegetales, animales y figuras monstruosas, de factura sencilla pero expresiva.

En el interior, el paso al presbiterio se realiza mediante un arco apuntado sostenido por columnas de fuste liso y capiteles vegetales. Aunque el arco triunfal original está muy transformado, aún se conserva parte de su dovelaje. La nave, muy modificada, mantiene una notable bóveda de cañón apuntado construida en buena sillería, apoyada sobre fajones e impostas de nacela, que contrasta con los muros de mampostería más rústica. A pesar de las transformaciones, los elementos conservados permiten reconocer con claridad el edificio románico original, datable en los primeros años del siglo XIII.

Uso y conservación

La iglesia de Santiago Apóstol continúa siendo el templo parroquial de Villaverde-Peñahorada y mantiene su función religiosa y comunitaria. A lo largo del tiempo ha sido objeto de diversas reformas y adaptaciones que han permitido su conservación y uso continuado. Más allá de su función litúrgica, es un elemento fundamental del paisaje urbano y de la memoria colectiva del municipio, testigo de generaciones de vecinos y de la historia compartida del lugar.