Palacio de Los Condes de Miranda
El Palacio de los Condes de Miranda, también conocido como Palacio de Avellaneda o de Zúñiga, es uno de los monumentos más representativos de Peñaranda de Duero, en la provincia de Burgos. Este magnífico palacio renacentista, construido en el siglo XVI, refleja el poder y la influencia de la familia Zúñiga y Avellaneda en la región, siendo uno de los grandes tesoros arquitectónicos de la villa.
Historia
El palacio fue mandado construir por Francisco de Zúñiga y Velasco, tercer Conde de Miranda del Castañar, a principios del siglo XVI, como parte de su ambicioso plan de consolidar Peñaranda de Duero como un importante enclave nobiliario. Aunque se atribuye su diseño a los arquitectos** Francisco de Colonia y Nicolás de Vergara**, no está del todo clara su autoría.
El proyecto del palacio no solo cambió el panorama de la villa, sino que fue acompañado por la construcción de otros edificios clave, como el Monasterio de las Franciscanas Concepcionistas y el Hospital de la Piedad. La residencia nobiliaria, rodeada de jardines y huertas decoradas con esculturas, no solo era un hogar, sino una demostración del prestigio y la riqueza de la familia Zúñiga.
Características
El Palacio de los Avellaneda es un excelente ejemplo de la combinación de elementos góticos y renacentistas en la arquitectura castellana. La estructura del edificio se organiza en torno a un espectacular patio porticado, que es uno de sus principales atractivos. La fachada principal, que da a la Plaza Mayor de Peñaranda de Duero, está decorada con el escudo de los Zúñiga y Avellaneda, que destaca como símbolo de la nobleza familiar.
Uno de los espacios más imponentes del palacio es su escalera monumental, que conecta los dos pisos del patio interior. Esta obra plateresca está adornada con arcos carpaneles y columnas de jaspe, lo que la convierte en una joya arquitectónica del periodo. En el interior, el Salón de Embajadores es otro de los puntos destacados, con artesonados mudéjares y yeserías que muestran la riqueza decorativa del palacio. Además, este salón contaba con una tribuna destinada a los músicos, que daba un aire aún más elegante a las recepciones y eventos sociales de la época.
Usos y conservación actual
Tras el apogeo de los siglos XVI y XVII, el palacio experimentó un lento declive. La familia Zúñiga se trasladó a Madrid, y el edificio fue quedando en el olvido, sufriendo abandono y saqueos durante el siglo XIX. Incluso fue utilizado como almacén y pajar, lo que aceleró su deterioro. Durante la invasión francesa, el palacio también sufrió daños considerables.
En 1923, el palacio fue declarado Monumento Nacional, lo que impulsó su restauración. En los años 50, el arquitecto Anselmo Arenillas dirigió una importante intervención que permitió recuperar gran parte del esplendor original del palacio.
Actualmente, el Palacio de los Avellaneda está inmerso en un ambicioso proyecto de restauración y transformación en un hotel termal de lujo. La cadena Castilla Termal ha invertido 12 millones de euros para convertir este emblemático edificio en un complejo de cinco estrellas, con 78 habitaciones, un área termal, espacios gastronómicos y zonas para eventos.
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