Alfoz de Santa Gadea
El Alfoz de Santa Gadea, ubicado al norte de la provincia de Burgos, atesora una rica historia que se remonta a la prehistoria. En sus alrededores se han encontrado restos humanos en Ojo Guareña, menhires en Valdeolea y dólmenes como el de Orbaneja del Castillo. Durante la Edad del Hierro, la zona estaba habitada por los cántabros, una tribu que construía castros en zonas elevadas y resistió ferozmente la conquista romana en una guerra que culminó en el año 19 a.C. Con la caída del Imperio Romano y la llegada de los visigodos, la zona fue testigo de siglos de cambios culturales hasta su integración en el reino de Castilla durante la Edad Media.
El Monte Hijedo, con sus 1.500 hectáreas de bosque caducifolio, es uno de los mayores atractivos del municipio. Este espacio forma parte de la red Natura 2000 como Lugar de Interés Comunitario (LIC). Aquí, los visitantes pueden disfrutar de un sendero señalizado que atraviesa paisajes de ensueño con hayas, robles, tejos centenarios y una rica fauna, que incluye especies como el pito negro, el lobo ibérico y el desmán de los Pirineos. La Cabaña de Hijedo, un edificio singular que combina vivienda, granja y capilla, se erige como testigo de la interacción histórica entre el hombre y la naturaleza.
El Alfoz de Santa Gadea está impregnado de tradiciones únicas y leyendas populares. La Paparrasolla, un ser mitológico que habitaba en los pozos, se utilizaba para advertir a los niños sobre los peligros. La costumbre de enramar a las mozas durante la noche de San Pedro o la leyenda de la Casa de la Vieja, en el Monte Hijedo, son ejemplos del folclore local que aún vive en la memoria de sus habitantes. Además, las historias de tesoros escondidos, como los enterrados por los moros en Peña Castillo o en la desaparecida Ermita de San Miguel, enriquecen el imaginario cultural del municipio.
Santa Gadea fue un punto estratégico en la repoblación medieval de Castilla. Documentos históricos como el "Voto a San Millán" del año 934 ya mencionan la localidad. Bajo el dominio del infante don Pedro, se construyó una fortaleza en Peña Castillo, y durante siglos el territorio estuvo vinculado a los señores de Aguilar y los condes de Castañeda. Este rico pasado se refleja en la toponimia, los relatos históricos y las construcciones que han llegado hasta nuestros días.