Alfoz de Quintanadueñas
El Alfoz de Quintanadueñas, situado al noroeste de la ciudad de Burgos, se compone de las localidades de Quintanadueñas, Arroyal, Marmellar de Arriba, Páramo del Arroyo y Villarmero. Su historia está encabezada por Quintanadueñas, la localidad principal, con más de mil años de existencia. Este territorio comenzó a poblarse tras la reconquista-repoblación impulsada por el rey Alfonso III de Oviedo en 884, en el contexto de las fundaciones de Ubierna y Burgos. Los primeros documentos históricos mencionan a Marmellar de Arriba en 949 y a Páramo del Arroyo en 961, con Arroyal y Villarmero apareciendo más tarde, en los siglos XII y XIII respectivamente.
Se cree que Quintanadueñas surgió en torno a un monasterio secularizado hacia el año mil. El rey Sancho II de Castilla donó la villa al obispo de Burgos en 1068, marcando el inicio de su relación con la sede eclesial burgense. Este vínculo fue determinante en el desarrollo de la localidad, evidenciado por el florecimiento del románico en la villa. Su proximidad a Burgos, centro político y económico de Castilla, favoreció el crecimiento de Quintanadueñas, especialmente a partir del siglo XII, con la anexión de pequeños núcleos cercanos como Quintanilla de Quintanadueñas, Páramo de Arriba y Villacesereo.
La expansión de Quintanadueñas se consolidó con la aparición de importantes linajes locales como los Yáñez y los Hoyos, y con la llegada de familias influyentes como los Salamanca, que fundaron un mayorazgo. Esta tradición histórica y cultural ha sido acompañada en épocas más recientes por un crecimiento económico y poblacional, gracias a su cercanía a Burgos y la atracción que ejerce como lugar de residencia e inversión para la burguesía de la capital.
Hoy en día, Quintanadueñas y el resto de las localidades del Alfoz combinan tradición e historia con un futuro prometedor. La expansión urbanística y las infraestructuras modernas han mejorado la calidad de vida en el municipio, convirtiéndolo en una opción ideal para quienes buscan tranquilidad y proximidad a Burgos. Su riqueza histórica, desde monasterios hasta linajes ilustres, se complementa con un entorno paisajístico dominado por el río Ubierna y la fértil llanura que lo rodea.