Castil de Lences es una pequeña localidad situada en la comarca de La Bureba, en la provincia de Burgos, que destaca por su encanto rural y su rica herencia histórica. Ubicado al pie del páramo y protegido de los fríos vientos del cierzo, el pueblo ha sido un lugar de asentamiento desde tiempos remotos, vinculado desde el siglo X al alfoz de Poza de la Sal. Su entorno natural y su legado cultural lo convierten en un destino ideal para quienes buscan una conexión con la historia y la tranquilidad del paisaje burgalés.
La primera mención documentada de Castil de Lences data del año 1011, cuando aparece como "Castriello de Lençes" en el documento dotacional de San Salvador de Oña. A lo largo de los siglos, el pueblo ha mantenido su esencia medieval, con sus calles y edificaciones que reflejan la influencia de los monasterios cercanos, como los de Oña, San Millán de la Cogolla y Rioseco, que tuvieron posesiones en la localidad. Hoy en día, la vida en Castil de Lences gira en torno al convento de monjas clarisas, que sigue siendo un centro espiritual y comunitario, manteniendo viva la tradición religiosa en este rincón de Burgos.
El agua es un elemento indispensable en Castil de Lences, alimentada por las corrientes subterráneas del páramo cercano, que han moldeado el paisaje y dado vida a los campos y huertas del entorno. Este recurso natural ha sido fundamental para la vida del pueblo a lo largo de su historia, y sigue siendo un componente esencial del día a día en la localidad.
Recorrer las calles de Castil de Lences es una experiencia que maravilla a cualquier visitante, aunque a veces quede un opacada la localidad al pertenecer al municipio de Poza de la Sal, cuya villa salinera es un destino turístico con mucho que ofrecer. Sin embargo, Castil de Lences no es, en absoluto, un lugar menor. Su serenidad, historia y el encanto de sus paisajes lo convierten en un destino merecedor de una visita, donde se puede descubrir la esencia de la vida rural burgalesa en un entorno auténtico y lleno de historia.