
Butrera
En el corazón de la Merindad de Sotoscueva, Butrera se alza como uno de esos lugares que sorprenden por su serenidad y su carácter auténtico. Rodeado de praderas, lomas suaves y la presencia cercana del río Trema, este pequeño núcleo rural aparece ante el visitante como un remanso de calma. El caserío de piedra, compacto y bien conservado, se ordena alrededor de su elemento más emblemático: la Iglesia de Nuestra Señora de la Antigua, visible desde buena parte del entorno y verdadero faro patrimonial del valle.
La historia de Butrera no puede entenderse sin la presencia de este templo, cuyos orígenes se remontan a la Edad Media y que durante siglos actuó como referente espiritual y territorial para las gentes de Sotoscueva y sus merindades. El lugar formó parte de antiguas rutas de paso y caminos ganaderos, lo que favoreció su relación con señoríos locales, con tradiciones religiosas profundas y con un modo de vida marcado por la custodia de estas tierras. La propia iglesia, con su sólida fábrica de piedra y su estética austera, refleja ese pasado de trabajo, fe y continuidad que ha dado identidad al pueblo.
Hoy, Butrera atrae sobre todo por su autenticidad y por la presencia majestuosa de Nuestra Señora de la Antigua, que domina el caserío y le otorga una silueta inconfundible. Su arquitectura tradicional, sus viviendas de piedra, sus rincones tranquilos y los caminos que parten hacia los alrededores dan forma a un conjunto de gran belleza rural. El visitante descubre un lugar que no necesita artificios: basta con pasear, mirar alrededor y dejar que el sonido del campo acompañe el recorrido para sentir que está en un enclave único, discreto y lleno de historia.
El entorno invita a caminar, observar y dejarse llevar por la calma. Desde el pueblo parten pequeños senderos perfectos para quienes buscan fotografía, naturaleza o simplemente respirar aire limpio. Visitar Butrera es combinar patrimonio, paisaje y vida rural auténtica, con la recompensa final de contemplar la iglesia desde distintos puntos, siempre distinta según la luz del día. Es un lugar que se disfruta sin prisas y que invita a volver, porque aquí el ritmo lo marca el paisaje.




