
Campino
En pleno Alfoz de Bricia, muy cerca del límite norte de la provincia de Burgos, se encuentra Campino, un pequeño núcleo rodeado por lomas suaves, pastos amplios y bosques que anuncian la transición hacia la montaña cántabra. Se llega por carreteras tranquilas que serpentean entre praderas y páramos, y el visitante descubre enseguida que está ante un pueblo sereno, de casas de piedra y aire limpio, donde la vida rural sigue marcando el ritmo. Su tamaño es reducido, lo justo para que cada rincón resulte cercano y para que quien llega se sienta enseguida parte del paisaje.
La historia de Campino está ligada a la del propio Alfoz de Bricia, un territorio que durante la Edad Media tuvo un papel destacado en la organización administrativa y defensiva del norte burgalés. Los pueblos de esta zona vivieron siglos de pastoreo, agricultura y paso de viajeros que cruzaban estas tierras de camino entre los valles interiores y la costa. Con el tiempo, Campino mantuvo su identidad rural, conservando tradiciones y estructuras antiguas que hablan de un pasado en el que las casas, los caminos y los corrales eran el centro de la vida comunitaria.
Hoy, Campino mantiene intacto ese encanto discreto que invita a detenerse. Su arquitectura popular, las eras tradicionales, los muros de piedra, los prados abiertos y el entorno boscoso dan forma a un paisaje auténtico que atrae a quienes buscan tranquilidad y raíces. La cercanía con otros núcleos del Alfoz permite al visitante descubrir iglesias románicas, restos medievales y rincones naturales muy próximos, componiendo un mosaico que hace del lugar una parada muy agradable dentro de esta comarca poco conocida y sorprendente.
Las posibilidades para el viajero pasan por paseos serenos entre campos y arboledas, rutas hacia los miradores naturales del entorno o excursiones por los montes que rodean la zona. Es un buen lugar para disfrutar del turismo rural en calma, practicar fotografía paisajística o simplemente sentarse a escuchar el silencio del campo. Quien visite Campino encontrará un rincón sincero, humilde y lleno de paz, perfecto para desconectar y sentir la esencia del norte burgalés.







