
Villasopliz
Villasopliz es una pequeña localidad situada en pleno Valle de Manzanedo, al norte de la provincia de Burgos, dentro de la comarca de las Merindades. Se encuentra a pocos kilómetros de Manzanedo, la capital del valle, y forma parte de un entorno natural privilegiado, atravesado por el río Ebro y rodeado de montañas cubiertas de bosques y praderas. Su caserío compacto, de aire montañés, se integra en este paisaje con gran armonía, convirtiendo a Villasopliz en uno de esos pueblos que respiran tranquilidad y autenticidad rural.
La historia de Villasopliz, como la de otros núcleos del valle, está vinculada al desarrollo medieval de la zona, muy influida por el cercano monasterio de Santa María de Rioseco. Fue un asentamiento ligado a la agricultura y la ganadería, actividades que marcaron el carácter de sus habitantes y el aspecto de sus construcciones. Aunque no es un pueblo grande, conserva el aire de las aldeas tradicionales de las Merindades, con sus calles estrechas y casas de piedra. En el pasado, Villasopliz también fue testigo de las idas y venidas de arrieros, pastores trashumantes y gentes que recorrían el valle siguiendo el curso del Ebro.
Visitar Villasopliz es descubrir la esencia de un pueblo burgalés que ha sabido mantener su identidad. Su tranquilidad, la belleza de su caserío y el entorno natural que lo rodea hacen que la visita merezca la pena. No es un lugar de grandes monumentos, pero sí un espacio donde el encanto está en los detalles: una puerta de piedra tallada, una solana de madera bien conservada, un rincón donde corre el agua clara o el silencio de sus calles enmarcadas por montañas. Es precisamente esa autenticidad la que convierte a Villasopliz en un lugar muy atractivo para quienes buscan experiencias diferentes, alejadas de lo masificado.
Además, Villasopliz es un punto ideal para disfrutar de múltiples opciones al aire libre. Desde el pueblo se pueden hacer rutas de senderismo que recorren el Valle de Manzanedo, visitar miradores naturales desde donde contemplar el curso del Ebro, o acercarse a otros núcleos próximos como Manzanedo, Crespos o San Miguel de Cornezuelo. También está muy cerca el monasterio de Santa María de Rioseco, uno de los conjuntos monásticos más impresionantes de Burgos. Su localización lo convierte en un lugar perfecto para combinar la tranquilidad del descanso con excursiones culturales y de naturaleza.



