
Ermita de San Roque
La ermita de San Roque de Villaescusa del Butrón se encuentra integrada en el propio entramado del pueblo, en una pequeña plataforma situada justo por debajo de la iglesia parroquial, que domina la parte más alta de la loma. Su presencia discreta, con el edificio de piedra orientado hacia el caserío y abierto al paisaje del páramo, la convierte en uno de esos rincones que guardan el alma tranquila de los pueblos de las alturas burgalesas. El visitante la descubre casi sin buscarla, como una parte natural del camino que serpentea entre las casas.
Historia
La devoción a San Roque fue muy común en estas tierras, y muchas de sus ermitas funcionaron originalmente como humilladeros o pequeños oratorios vinculados a las entradas de los pueblos. En el caso de Villaescusa del Butrón, la ermita se levantó como un espacio de protección espiritual cercano al núcleo principal, pero no completamente separado de él, lo que habla de su importancia para la vida cotidiana de los vecinos. Con el paso de los años y el descenso de población, el edificio quedó en desuso y fue deteriorándose de forma progresiva. Solo en fechas recientes, gracias al esfuerzo de recuperación patrimonial del pueblo, ha podido ser restaurada y devuelta a su estado actual, respetando su volumen tradicional y su carácter sobrio.
Características
El edificio, de pequeñas dimensiones y muros de piedra caliza clara, presenta una fachada sencilla rematada por un arco de medio punto que enmarca la entrada. La restauración reciente ha recuperado el tejado de dos aguas y ha consolidado los muros, manteniendo la estética rural de la construcción original. Sobre la puerta se aloja una pequeña hornacina que refuerza su identidad religiosa. Desde su emplazamiento se domina parte del caserío, y al mismo tiempo se abren amplias vistas hacia los campos y lomas que rodean Villaescusa, creando una mezcla muy armoniosa entre arquitectura tradicional y paisaje.
Uso y conservación
La ermita, totalmente recuperada, ya no acoge culto de manera regular, pero se conserva como un pequeño tesoro del pueblo y como parte visible de su memoria colectiva. La restauración ha permitido estabilizar el edificio, mejorar su acceso y mantenerlo en perfecto estado. Su proximidad a la iglesia y al núcleo habitado hace que forme parte natural del recorrido del visitante, un espacio donde detenerse un momento y apreciar la arquitectura sencilla que marcó la vida espiritual de Villaescusa durante siglos.
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