
Mural "Liduvina" en Villangómez
En el corazón de Villangómez, donde la tradición agropecuaria es un pilar, se encuentra una de las obras más emotivas y realistas de su ruta de arte urbano: el mural dedicado a Liduvina. Pintado por el aclamado artista burgalés Christian Sasa, este mural es mucho más que un retrato; es una ventana abierta a la memoria y al valor del trabajo de las mujeres mayores en el medio rural. Ubicado sobre la fachada de un edificio que honra la vida en el campo, este mural merece una visita obligada por su excepcional calidad artística y su profunda carga simbólica. Es una parada que permite al visitante conectar con la auténtica alma de Villangómez: el calor de su gente y la riqueza de sus tradiciones.
Historia
El mural, cuyo título es "Liduvina" (el nombre de la mujer real retratada), fue creado por Christian Sasa, en el marco del Festival Pollogómez y sus sucesivas ampliaciones de la ruta de murales. Su objetivo era plasmar la esencia de la vida rural en la provincia de Burgos, rindiendo un profundo homenaje a las abuelas y mujeres mayores, pilares fundamentales que han mantenido vivos los pueblos a lo largo de la historia. La elección de la escena, donde la protagonista se afana en las labores de cocina y preparativos del alimento, subraya la conexión del pueblo con la industria avícola y la gastronomía tradicional. La obra obtuvo un reconocimiento internacional, llegando a competir como uno de los mejores murales del mundo, lo que destaca la calidad artística y el valor narrativo que Villangómez atesora en sus calles.
Características
Este mural es un ejemplo magistral de hiperrealismo. Christian Sasa utiliza una técnica tan depurada que cada detalle, cada arruga en el rostro, la textura de la ropa y el brillo del fuego, parece cobrar vida. La escena se divide en elementos clave: en el centro, la figura imponente y serena de la mujer; a un lado, las llamas de una hoguera o lumbre que parecen bailar, proyectando un cálido resplandor, y, al otro, detalles de la despensa rural, como ristras de ajos o utensilios de cocina. Los colores son ricos y realistas, con fuertes contrastes entre la luz cálida del fuego y las sombras profundas del entorno. El artista logra que el muro de la nave desaparezca, transportando al espectador directamente a la cocina tradicional, donde la labor de la mujer se presenta con dignidad y fuerza.
Uso y conservación
El mural “Liduvina” se ha consolidado como una de las obras más queridas de la Ruta de Murales de Villangómez, siendo un punto de interés turístico y fotográfico de primer orden. Al ser un mural público, es de libre acceso en cualquier momento del día, permitiendo una contemplación cercana y reflexiva. Su excepcional calidad de ejecución sobre la fachada asegura una buena conservación, aunque la comunidad mantiene un compromiso constante con el mantenimiento de todo su patrimonio mural. Más allá de su valor estético, la obra cumple una función social al homenajear a los mayores y educar a las nuevas generaciones sobre las tradiciones y el esfuerzo que forjaron la identidad del pueblo.
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