
Puente Histórico de Villangómez
En la apacible localidad de Villangómez, conocida por su vibrante arte urbano, existe un rincón que nos conecta directamente con su historia más profunda: su antiguo Puente Histórico. Aunque su nombre sugiere la época romana, su construcción se remonta a la Edad Moderna, y es un testimonio invaluable de la importancia de las comunicaciones y el desarrollo del pueblo. Se encuentra estratégicamente situado en el casco urbano, levantándose sobre el antiguo cauce del desaparecido río Cogollos, rodeado de un entorno sereno que invita a la reflexión y a la contemplación. Visitarlo merece la pena porque es la prueba tangible de la evolución del pueblo y de su constante lucha por mejorar las conexiones comarcales. Es un lugar de gran encanto, perfectamente conservado, que sirve de puerta de entrada a la riqueza histórica de la comarca del Arlanza.
Historia
La construcción de este emblemático puente se sitúa en el siglo XVII, en una época de gran esplendor para la zona. Las fuentes históricas sugieren que fue el propio rey Felipe III quien, a través de su administración, ordenó su construcción para salvar el cauce del río Cogollos y, más importante aún, para mejorar significativamente las comunicaciones de Villangómez con la villa de Lerma y otros importantes núcleos. Su edificación no fue un mero capricho, sino una necesidad vital para el tránsito de personas, mercancías y ganado. Originalmente, el puente cumplió su función esencial de facilitar el cruce del río, que entonces pasaba junto al núcleo de la población. Sin embargo, con el paso del tiempo, el río Cogollos sufrió una desviación natural o artificial, cambiando su curso y dejando al puente sin la función principal para la que fue creado. Hoy, se conserva como un monumento a aquella época de ambición y progreso en la Castilla de los Austrias.
Características
El Puente de Villangómez es un bello ejemplo de arquitectura civil funcional, construido con sólidos sillares de piedra. Se trata de una estructura que se alza con robustez sobre lo que ahora es un terreno seco, lo que lo hace particularmente llamativo para el visitante. Su diseño, aunque sencillo, denota la solidez necesaria para soportar el tránsito de la época, con uno o varios ojos de arco de medio punto que permitían el paso del caudal del río. La piedra, bien labrada y de tono ocre, se integra a la perfección en el paisaje urbano y rural. Lo más curioso es precisamente su singular ubicación actual: al estar "en seco", el puente nos obliga a imaginar el agua fluyendo bajo sus arcos, y a visualizar la importancia que tuvo como nexo de unión. Caminar sobre él es un viaje al pasado que nos permite apreciar la durabilidad y la calidad de la ingeniería de la época.
Uso y conservación
Aunque el río se desviase y el puente ya no cumpla su función original de salvar un obstáculo fluvial, sigue siendo una parte esencial del patrimonio histórico y urbanístico de Villangómez. Actualmente, el puente se conserva como un elemento monumental y es de libre acceso, formando parte del recorrido peatonal del pueblo. Es un símbolo de la historia local y un punto de interés que une el pasado con el presente. Afortunadamente, ha sido objeto de restauraciones a principios del siglo XXI, lo que ha garantizado la estabilidad y el buen estado de sus estructuras de piedra. Este mantenimiento es clave para que esta joya de la ingeniería civil del siglo XVII se mantenga inalterable, sirviendo como un punto de referencia para los vecinos y como un atractivo fascinante para los visitantes que buscan la huella histórica en el paisaje.
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