
Crucero de Pesquera de Ebro
En la plaza que precede a la iglesia de San Sebastián en Pesquera de Ebro se alza un crucero que, a simple vista, podría parecer uno más de los que pueblan los pueblos castellanos. Sin embargo, al acercarse, el visitante descubre un detalle que lo hace único: su cruz está esculpida por ambas caras, representando dos de las escenas más conmovedoras de la tradición cristiana. Este crucero no solo es un elemento devocional, sino una auténtica obra de arte al aire libre, cargada de simbolismo y emoción.
Historia
Los cruceros empezaron a multiplicarse en Castilla entre los siglos XVI y XVII, erigiéndose como signos visibles de fe en plazas, caminos y entradas a templos. El de Pesquera de Ebro, colocado frente a la iglesia parroquial, nació con esa misma intención: bendecir y acompañar a los fieles. Pero, a diferencia de muchos otros, este crucero quiso plasmar con más intensidad el mensaje de la Pasión de Cristo, ofreciendo en piedra dos de los momentos clave de su historia. Aunque no se conserva una fecha exacta de su colocación, todo apunta a que fue obra de artesanos locales que buscaban reforzar la religiosidad y la identidad del pueblo.
Características
Doble iconografía: en el anverso, la figura de Jesús en la cruz, representación del sacrificio y del amor divino. En el reverso, la emotiva escena de la Virgen María sosteniendo a su hijo tras el Descendimiento, una imagen poco habitual en los cruceros de la provincia.
Material: piedra tallada, con un desgaste natural que realza su carácter histórico.
Composición: base sólida, fuste sencillo y cruz detalladamente esculpida, destacando por su expresividad pese a su tamaño contenido.
Entorno: ubicado frente a la portada de la iglesia, en un punto de paso obligado, donde el visitante puede contemplarlo de cerca y apreciar sus detalles.
Uso y conservación
Actualmente, el crucero es un testigo silencioso de la fe y de la vida de Pesquera de Ebro. Aunque su función original de oración y protección se ha ido diluyendo con el paso del tiempo, sigue siendo objeto de respeto por vecinos y peregrinos del Camino de Santiago, que pasa muy cerca. Su conservación depende principalmente del cuidado comunitario y de la resistencia de la piedra, que, pese al desgaste por el clima, mantiene aún legibles las figuras.
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