
Pontón de Manzanedillo
El Pontón de Manzanedillo, situado sobre el cauce del río Ebro, es mucho más que un simple paso de un margen a otro: es un símbolo de la vida tradicional en los pueblos del Valle de Manzanedo. Durante siglos, este tipo de estructuras han sido la única vía de comunicación entre localidades cercanas, permitiendo que los vecinos cruzaran el río para comerciar, asistir a fiestas, acudir a la iglesia o simplemente relacionarse con los pueblos vecinos. Aunque hoy en día lo vemos reforzado con cemento y hormigón, en su origen fue una obra completamente popular, construida sin planos ni ingenieros, solo con la sabiduría práctica de los habitantes de la zona.
Historia
El pontón tiene su origen en épocas pasadas, cuando la necesidad de comunicación con la otra orilla del río era vital para el día a día de los vecinos de Manzanedillo, especialmente por su cercanía con Manzanedo, capital del valle. Estas estructuras rudimentarias se levantaban con pilas de piedras apiladas en medio del cauce, sobre las que se apoyaban vigas de madera. Durante los meses en que el Ebro crecía con fuerza, esas vigas se retiraban para evitar que la corriente se las llevara, lo que dejaba al pueblo temporalmente incomunicado. Este aislamiento formaba parte de la vida cotidiana hasta tiempos recientes, cuando el embalse del Ebro reguló en parte las crecidas, aunque en ocasiones extraordinarias el agua todavía llega a superar el nivel del pontón.
Características
Hoy el pontón conserva su esencia rústica, aunque se encuentra reforzado con materiales modernos como cemento y hormigón, lo que lo hace más resistente al paso del tiempo y de las aguas. Aun así, mantiene la estructura clásica de pilas de piedra que emergen en el cauce, recordando a todos los que lo cruzan la manera en que fue concebido originalmente. Su sencillez y funcionalidad son un reflejo de la capacidad de las comunidades rurales para resolver sus necesidades con medios limitados, creando un puente humilde pero lleno de historia.
Uso y conservación
En la actualidad, el Pontón de Manzanedillo sigue siendo utilizado como vía de paso entre las dos orillas del Ebro, aunque ya no con la misma dependencia de antaño. Su conservación se debe al esfuerzo de los vecinos y a las adaptaciones que ha sufrido con el tiempo. Más allá de su utilidad, constituye un testimonio vivo de la arquitectura popular del valle y un punto de interés para quienes recorren la zona, especialmente los senderistas que siguen el GR-99 Camino Natural del Ebro, que atraviesa estas tierras en su recorrido desde el nacimiento hasta la desembocadura del río.
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