
Manzanedillo
La pequeña localidad de Manzanedillo se encuentra en un rincón privilegiado de la comarca de las Merindades, en pleno Valle de Manzanedo, a orillas del río Ebro. Está situada en la margen derecha del río, justo enfrente de Manzanedo, la capital del valle que da nombre a todo el territorio. Para llegar hasta aquí es necesario atravesar un pontón sobre el Ebro, que en otros tiempos condicionaba la vida del pueblo, ya que las crecidas podían dejarlo incomunicado durante días. Sus localidades más cercanas son Cidad de Ebro, en su mismo margen, y Manzanedo, con la que comparte historia, paisaje y lazos de identidad.
La historia de Manzanedillo está marcada por su relación con el río y por su condición de enclave menor dentro del valle. El propio nombre de la localidad, diminutivo de Manzanedo, refleja ese carácter dependiente pero al mismo tiempo singular. Entre sus elementos patrimoniales destaca la Torre de Manzanedillo, vestigio de épocas en las que el control del territorio y del paso por el río era de vital importancia. También contaba con una pequeña iglesia dedicada a San Miguel, hoy apartada del casco urbano y en ruinas, que recuerda el peso de la vida religiosa en la comunidad.
Visitar Manzanedillo es descubrir un caserío reducido pero lleno de autenticidad, que se ha mantenido fiel a lo largo del tiempo. Su ubicación al pie del Páramo de Masa y a orillas del Ebro lo convierte en un lugar con un encanto especial, donde el viajero percibe la sensación de aislamiento y recogimiento que ha acompañado a la localidad durante siglos. El paso del GR-99, el Camino Natural del Ebro, atraviesa su ribera, convirtiéndolo en una parada obligada para senderistas y caminantes que buscan un entorno tranquilo en medio de un paisaje grandioso.
Hoy en día, Manzanedillo es un lugar ideal para quienes buscan calma, historia y naturaleza. Desde aquí se puede recorrer el GR-99 en dirección al Desfiladero de los Hocinos y al Valle de Valdivielso, o bien remontar el camino hacia Tudanca de Ebro y Cidad de Ebro. Las posibilidades para el senderismo, la observación del entorno natural y el disfrute del paisaje fluvial son infinitas, todo ello acompañado del encanto de un pueblo pequeño que, pese al paso del tiempo, mantiene su identidad intacta.



