Monasterio de San Pedro Cardeña
El Monasterio de San Pedro de Cardeña, situado en Castrillo del Val a menos de 11 kilómetros de Burgos, es uno de los enclaves históricos más relevantes de Castilla y León. Con una fuerte conexión con la figura legendaria del Cid Campeador, este monasterio ha sido un centro religioso y cultural clave desde su fundación en el siglo IX. La importancia de San Pedro de Cardeña se extiende más allá de la historia medieval, con una continuidad que perdura en sus actividades monásticas y su reconocimiento como parte del Patrimonio de la Humanidad dentro de la Ruta Jacobea.
Historia
El origen del monasterio es remoto y posiblemente ligado a la época visigótica, pero fue **en el año 902 **cuando se documenta oficialmente su existencia a través de una donación del conde de Lantarón y Cerezo, Gonzalo Téllez, y su esposa Flámula. Esta donación ayudó a consolidar su presencia, y en los siglos IX y X la comunidad monástica creció considerablemente. Sin embargo, durante las incursiones musulmanas en la región, el monasterio fue escenario del martirio de unos 200 monjes, quienes murieron por su fe y fueron canonizados en 1603 como los Mártires de Cardeña. A partir de ese momento, el monasterio gozó de un gran respeto y devoción popular
Relación con el Cid Campeador
La relación entre San Pedro de Cardeña y el Cid se remonta al siglo XI, cuando, según el Cantar de Mio Cid, este héroe dejó en el monasterio a su esposa, doña Jimena, y a sus hijas mientras él marchaba al destierro. La capilla del Cid, construida en 1735, alberga sepulcros que conmemoran su figura y la de su familia. Aunque sus restos fueron trasladados en 1836 a la Casa Consistorial de Burgos y, posteriormente,** a la Catedral**, San Pedro de Cardeña continuó siendo un lugar de veneración asociado al Campeador y su leyenda, siendo frecuentado por devotos e investigadores de su figura.
Siglos de esplendor y decadencia
San Pedro de Cardeña vivió su época dorada entre los siglos XI y XII, en los cuales destacó como un importante centro de producción literaria y religiosa, con su scriptorium dedicado a la copia de manuscritos, entre ellos el famoso Beato de San Pedro de Cardeña. A partir de los siglos XIV y XV, sin embargo, el monasterio comenzó a declinar, y no fue hasta el siglo XVI, con su vinculación a la Congregación de San Benito de Valladolid, cuando el cenobio recuperó su prestigio y fue renovado en gran parte.
Guerras, desamortización y uso militar
Durante la Guerra de Independencia Española, las tropas napoleónicas tomaron y saquearon el monasterio. En el siglo XIX, la Desamortización de Mendizábal supuso su secularización y abandono. Fue en 1936, durante la Guerra Civil, cuando el edificio fue reutilizado como campo de concentración franquista para prisioneros republicanos, principalmente brigadistas internacionales, lo que dejó huella en su historia reciente. Tras la guerra, en 1942, la comunidad trapense volvió a ocupar el monasterio, iniciando un proceso de restauración y revitalización que devolvió su función religiosa y cultural.
Desarrollo monástico moderno
El monasterio sufrió un incendio devastador en 1967, que destruyó gran parte de sus instalaciones. Sin embargo, la Orden Cisterciense de la Estrecha Observancia (trapenses) continuó con su reconstrucción y adaptación, integrando actividades de autosuficiencia como la producción de vino, miel y cerveza trapense, siguiendo una tradición monástica de elaboración artesanal. En 2015, la UNESCO reconoció la importancia cultural del monasterio al integrarlo en la extensión del Camino de Santiago como Patrimonio de la Humanidad, reafirmando su papel histórico en la ruta jacobea.
Arquitectura
El monasterio presenta una rica combinación de estilos arquitectónicos que reflejan su evolución. Conserva elementos románicos, como la Torre Cidiana, y estructuras góticas en su iglesia conventual de tres naves, cuya construcción se atribuye a los arquitectos de la familia Colonia. En el Claustro de los Mártires, de arcos románicos bicromáticos que evocan la Mezquita de Córdoba, se encuentran inscripciones que recuerdan el martirio de los monjes. Su impresionante fachada barroca, flanqueada por dos torreones y una escultura del Cid, data de las reformas del siglo XVIII.
Uso Actual y Conservación
Actualmente, los monjes trapenses mantienen la vida monástica y contribuyen a su sostenibilidad a través de la venta de productos elaborados en el monasterio, como vinos y licores, además de la cerveza trapense Cardeña. Este lugar, declarado Bien de Interés Cultural y Monumento Histórico-Artístico en 1931, se conserva y restaura constantemente bajo la supervisión de la Archidiócesis de Burgos.
Viento: 1 km/hHumedad: 92%