El Palacio de la Marquesa de Vilueña, ubicado junto al emblemático Paseo del Espolón en Burgos, es un edificio histórico que destaca no solo por su arquitectura, sino también por su rica historia vinculada a la realeza española. Concedido como marquesado por Felipe IV y más tarde rehabilitado por Carlos II, este palacio fue el escenario de una destacada visita en 1845, cuando la reina Isabel II eligió alojarse en él durante su paso por la ciudad.
Para esa ocasión, el Ayuntamiento de Burgos realizó importantes preparativos. Se decoraron las estancias del interior con telas y colores distintivos: el balcón de la reina se adornó con tonos dorados, mientras que las cortinas de su cama fueron de color morado. Además, se realizaron trabajos en los alrededores, como cerrar las ventanas de la cercana cárcel (donde hoy se ubica la Diputación de Burgos) y derribar edificios en mal estado para mejorar la estética.
La estancia de Isabel II fue agradable según sus propias palabras, pero, a pesar de los preparativos, la marquesa se mostró insatisfecha tras la visita al comprobar que su propiedad no había quedado en las mismas condiciones. Como resultado, la marquesa rechazó futuras solicitudes de alojamiento para otros miembros de la realeza, debido al incumplimiento de las condiciones acordadas por el Ayuntamiento.
El palacio perteneció a Mercedes de Salamanca y Martínez de Pisón, marquesa viuda de Vilueña, quien, en 1818, solicitó al Ayuntamiento la cesión de unos terrenos para crear jardines alrededor del palacio. Este proyecto buscaba embellecer el entorno cercano al río Arlanzón, aunque, tras las guerras civiles del siglo XIX, los jardines cayeron en abandono. A pesar de ello, el palacio mantuvo su importancia como centro de la vida aristocrática y social de la ciudad.
En cuanto a la arquitectura, el palacio destaca por su elegancia neoclásica, típica de la época, lo que lo convierte en una visita obligada para quienes disfrutan de la arquitectura histórica. Aunque los jardines no se conservaron en su totalidad, el edificio sigue siendo un referente de la historia burgalesa y una joya arquitectónica que forma parte del rico patrimonio cultural de Burgos.
Además de su valor histórico, el palacio alberga en sus bajos la Librería del Espolón, en funcionamiento desde 1907, lo que la convierte en una de las más antiguas de la ciudad. Esta librería es un referente cultural en Burgos, siendo un punto de encuentro para lectores y escritores locales, y un lugar donde se respira la tradición literaria de la ciudad.