Molino de San Miguel
El molino de San Miguel, situado en la pintoresca localidad de San Miguel de Pedroso, es un ejemplo destacado de la arquitectura popular de la provincia de Burgos. Este molino de agua, de origen medieval, se ha conservado como testimonio vivo de la importancia de la actividad agrícola y cerealera en la comarca. Es considerado uno de los molinos en funcionamiento más antiguos de Castilla y León, lo que lo convierte en un atractivo turístico e histórico de gran relevancia.
Historia
El molino fue construido en la época medieval, cuando la molienda del grano era una actividad fundamental para la economía local. Durante esta época, los molinos eran propiedad de los señores feudales, y los campesinos debían acudir a ellos para moler sus cereales, pagando una parte del grano o la harina como tributo, práctica conocida como «maquila».
A lo largo de los siglos, el molino de San Miguel pasó por diferentes manos, siendo gestionado por abadías, órdenes religioso-militares y señoríos laicos. En una región predominantemente agrícola, este molino fue clave para procesar los cereales cultivados en los campos circundantes, garantizando la subsistencia de la población.
Características
El molino es un edificio de piedra, típico de la arquitectura rural medieval. Su estructura está diseñada para aprovechar la fuerza hidráulica del río Tirón, que alimenta el mecanismo interno destinado a moler el cereal. Aunque el edificio ha sufrido algunas remodelaciones a lo largo del tiempo, conserva gran parte de su encanto original.
En su interior, el molino cuenta con las muelas de piedra tradicionales y los mecanismos necesarios para la molienda, muchos de los cuales aún están en funcionamiento. En 1996, se llevaron a cabo trabajos de restauración para reforzar las paredes exteriores y renovar el tejado, asegurando la preservación de este valioso patrimonio histórico.
Uso y Conservación Actual
Hoy en día, el molino de San Miguel sigue siendo un lugar de interés histórico y cultural. Aunque su función original de molienda ha perdido protagonismo en la vida cotidiana, el molino permanece como un símbolo del pasado agrícola de la región.
Las intervenciones de conservación han permitido mantener su estructura y atractivo para los visitantes. Se realizan visitas ocasionales y actividades educativas, ofreciendo a los turistas una visión del papel vital que desempeñaron los molinos en la economía medieval.
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