Parque de Fuentes Blancas

El Parque de Fuentes Blancas, ubicado al este de la ciudad de Burgos, es uno de los espacios naturales más amplios y queridos por los burgaleses. Con sus 135 hectáreas de áreas verdes y su cercanía al río Arlanzón, se ha convertido en un pulmón para la ciudad y en un lugar de encuentro y recreo para sus habitantes.

Historia

El parque fue proyectado en la década de 1940 como parte de una iniciativa de posguerra para ofrecer espacios naturales de esparcimiento en Burgos. Los terrenos elegidos, junto al río, ofrecían una excelente biodiversidad y se encontraban cercanos al centro, lo que los hacía ideales para cumplir esta función. Desde su apertura, Fuentes Blancas ha ido creciendo en extensión y mejorando sus instalaciones hasta convertirse en un lugar imprescindible para la vida social de Burgos.

Características

El nombre “Fuentes Blancas” hace referencia a las numerosas fuentes naturales que se encuentran en el parque. Entre ellas, destaca la Fuente de la Salud, famosa por sus supuestas propiedades curativas, aunque sin aval científico. Este conjunto de fuentes embellece el entorno y aporta frescura y tranquilidad, lo que lo hace ideal para el descanso y la contemplación de la naturaleza.

Además de su vegetación frondosa, el parque ofrece diversas áreas recreativas y de ocio, como senderos para caminar o andar en bicicleta, zonas de juegos infantiles, áreas para hacer picnics y barbacoas, y espacios para el baño en el río Arlanzón.

Uso y conservación actual

Actualmente, Fuentes Blancas es un punto de referencia tanto para los habitantes de Burgos como para visitantes, quienes encuentran en sus instalaciones deportivas y senderos una amplia gama de opciones para actividades al aire libre. Además, el parque cuenta con el Camping Fuentes Blancas, una popular alternativa de alojamiento en la naturaleza que permite disfrutar de estancias prolongadas en un entorno natural.

El parque también es el escenario de una de las festividades más queridas de Burgos: el Día del Burgalés Ausente, celebrado como cierre de las fiestas de San Pedro y San Pablo. Este día rinde homenaje a los burgaleses que viven fuera de la ciudad y se convierte en una ocasión de reencuentro familiar y con amigos, acompañado de actividades culturales y recreativas al aire libre.