
Bodega El Lagar de Isilla
La Bodega del Lagar de Isilla, situada en el casco antiguo de Aranda de Duero, es un impresionante conjunto de galerías subterráneas que datan de los siglos XIII y XIV. Estas bodegas históricas no solo servían para la conservación del vino, sino que también se utilizaban ocasionalmente como refugio o para salir fuera de las murallas de la ciudad.
Historia de la Bodega
La historia documentada de la Bodega del Lagar de Isilla se remonta al siglo XV, aunque la excavación de las galerías subterráneas empezó a realizarse un siglo antes, en los siglos XIII-XIV. Estas bodegas han jugado un papel crucial en la historia vitivinícola de Aranda de Duero, ciudad perteneciente a la Ribera del Duero, una de las regiones vinícolas más importantes de España.
A lo largo de los siglos, la bodega ha pasado por varias fases. Hasta 1900, el vino se elaboraba de manera completamente artesanal en estas galerías. Posteriormente, en 1903, la bodega dio el salto a una escala más industrial, y en 1929, se incorporaron innovaciones tecnológicas como el embotellado en vidrio y sistemas mecánicos de despalillado y prensado.
Tras un periodo de inactividad en las décadas posteriores, en 1995 se acometió una importante reforma, con el objetivo de restaurar la bodega para producir vino artesanalmente, pero con la tecnología moderna. Esto resultó en la fundación de las Bodegas El Lagar de Isilla, que producen vinos de alta calidad bajo la Denominación de Origen Ribera del Duero.
Características Arquitectónicas
La arquitectura de la bodega es un claro ejemplo de las construcciones populares de la época. Las galerías subterráneas fueron excavadas en roca durante los meses de invierno, cuando las condiciones climáticas impedían trabajar en el campo. La bajada a la bodega, formada por un arco de cañón de sillería, tiene una pendiente bastante pronunciada con 59 escalones.
Las galerías, que se extienden bajo el restaurante actual del mismo nombre, están reforzadas por arcos de sillería y ladrillo. Además, en algunos puntos se distinguen estructuras cruzadas "al bies", que otorgan un refuerzo adicional a los techos. La bodega mantiene una temperatura constante entre 12 y 14 °C y una humedad del 85 %, lo que crea las condiciones perfectas para la conservación del vino.
Otro elemento clave en la arquitectura de la bodega es la zarcera, un respiradero que conecta las galerías con la superficie y permite la aireación natural, manteniendo la estabilidad térmica y la humedad.
Viento: 2 km/hHumedad: 92%







