La ermita de Santa María de Quintanilla de las Viñas, es reconocida como parte del arte Visigodo, siendo uno de los ejemplos más utilizados y datada en el siglo VII, es a su vez, un monumento que mezcla en lo que ha llegado a nuestros días, donde se puede apreciar diversos movimientos artísticos de diferentes épocas por las que ha ido pasando y recibiendo distintos enfoques, reformas o utilización de materiales.
Se comienza a estudiar de forma adecuada a finales del siglo XIX y principios del XX, terminándola poniendo en valor, por el cronista de Burgos, Luciano Huidobro, quien atribuyo un origen mozárabe en 1927, declarándola monumento nacional el 25 de noviembre de 1929 y restaurada.
La ermita es solo una pequeña parte de lo que originalmente se construyó en ese lugar, conservando únicamente la capilla mayor y el transepto, pero sí que contó en su momento con naves laterales y nave central. En su construcción se reutilizaron materiales de origen romano, contando con grandes sillares, muy al estilo visigodo, en su fórmula constructiva sólida y duradera, también podemos observar que tiene un estilo de diseño de basílica y algún elemento experimental como el arco toral de herradura.
Destacan especialmente los lienzos exteriores de los muros, formando franjas decoradas en los cuales encontramos, racimos, zardillos, animales y motivos geométricos que tal y como se presentan este tipo de elementos en círculos es poco común y agrega un plus de dificultad y originalidad en dicha obra, la cual sigue levantando muchas teorías e interpretaciones, pero sin duda nadie duda de su importancia.