
Escultura del Cráneo Miguelón
En pleno corazón de Burgos, frente al impresionante edificio del Museo de la Evolución Humana (MEH), se alza una de las esculturas más emblemáticas y reconocibles de la ciudad: la Escultura del Cráneo de Miguelón. Esta obra, de grandes dimensiones y la forma de los restos recuperados de dicho cráneo, rinde homenaje al famoso fósil hallado en la Sima de los Huesos, en la Sierra de Atapuerca, uno de los descubrimientos más importantes de la arqueología mundial.
Situada en el paseo peatonal que conecta el río Arlanzón con el complejo museístico, esta pieza se ha convertido en un símbolo contemporáneo de la conexión entre la ciencia, el arte y la identidad burgalesa. Su presencia invita a detenerse, observar y reflexionar sobre los orígenes del ser humano, justo antes de adentrarse en uno de los museos más fascinantes de Europa.
Historia
La escultura fue creada con motivo de la inauguración del Museo de la Evolución Humana, a comienzos del siglo XXI, como parte del conjunto artístico y urbanístico que embellece su entorno. Su diseño se inspiró en el célebre cráneo número 5 encontrado en Atapuerca, apodado “Miguelón” en honor al ciclista Miguel Induráin, quien en aquellos años representaba el espíritu de superación y esfuerzo humano.
La obra simboliza el vínculo inseparable entre Burgos y Atapuerca, un territorio donde la historia de la humanidad se escribe desde hace casi un millón de años. Concebida como una pieza de arte contemporáneo accesible al público, la escultura pretende recordar al visitante que los restos del pasado son la base sobre la que se construye el futuro.
A lo largo de los años, esta figura se ha consolidado como punto de referencia para locales y turistas, un lugar de encuentro, fotografía y admiración antes o después de visitar el museo.
Características
La Escultura del Cráneo de Miguelón es una pieza monumental de bronce con acabado oscuro, de formas redondeadas y abstractas que evocan la morfología craneal del fósil original, sin reproducirlo de forma literal. Su aspecto robusto y orgánico parece emerger del suelo, como si fuera un vestigio recién descubierto, mezclando lo ancestral con lo moderno.
Sus líneas curvas, huecos y volúmenes invitan al espectador a recorrerla visualmente desde todos los ángulos. La luz natural, al reflejarse sobre su superficie irregular, crea juegos de sombras que cambian a lo largo del día, aportando dinamismo a la obra.
El entorno en que se encuentra —una amplia plaza peatonal frente a la fachada acristalada del MEH— potencia el contraste entre la materia antigua y la arquitectura contemporánea, logrando una imagen que resume a la perfección la esencia del proyecto cultural de Burgos: mirar al pasado para entender el presente.
Uso y conservación
La escultura es de libre acceso y puede contemplarse en cualquier momento del día, convirtiéndose en una parada obligatoria para quienes visitan el Museo de la Evolución Humana o pasean por la ribera del Arlanzón. Forma parte del paisaje urbano de Burgos y se integra dentro del recorrido cultural que une el museo con el Paseo de la Sierra de Atapuerca, un espacio pensado para el ocio, la reflexión y el arte al aire libre.
Gracias a su ubicación y su simbolismo, la escultura ha sido cuidadosamente mantenida por el ayuntamiento y los servicios culturales de la ciudad, que garantizan su conservación como patrimonio contemporáneo. A menudo sirve también de punto de partida para visitas guiadas o actividades divulgativas relacionadas con la evolución humana y el conjunto arqueológico de Atapuerca.
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