
Iglesia de San Millán de Obispo
La Iglesia de San Millán Obispo es, sin discusión, uno de los hitos románicos más importantes y sorprendentes de la Sierra de la Demanda. A primera vista puede parecer modesta, pero su planta, su torre asentada sobre la roca y la gruta adjunta esconden un proyecto arquitectónico ambicioso —una iglesia de tres naves y gran amplitud— que solo se comprende al mirar con detalle su interior y su historia.
Historia
Los orígenes documentales de San Millán se remontan a la Alta Edad Media (hay referencias ya en el siglo XI) y la iglesia conserva huellas que muestran una evolución desde un lugar de culto altomedieval hasta la gran fábrica románica que hoy vemos. La relevancia de la comunidad religiosa local queda patente en varias donaciones reales y bulas medievales, y la iglesia mantuvo durante largos siglos una vinculación importante con la mitra de Burgos. Además, en la base de la torre existe una inscripción epigráfica que menciona la Era 1203 (equivalente al año 1165 d.C.), dato clave para fechar partes de la obra.
Características
San Millán es un proyecto monumental para su entorno: se planteó como una gran iglesia de tres naves organizada en cuatro tramos, con pilares cruciformes y columnas robustas, capiteles decorados y una cabecera originaria de tres ábsides. La fábrica se adapta al afloramiento calizo donde se asienta: la torre se apoya sobre la roca y protege la entrada a la llamada gruta de San Millán (o Cueva de la Magdalena), que está literalmente integrada en el conjunto. En el interior aparecen soluciones constructivas y motivos (arcos heptalobulados, capiteles vegetales, impostas) que relacionan la obra con escuelas artísticas riojanas y burebanas; por todo ello su lectura interior revela una riqueza decorativa y estructural notable.
Uso y conservación
A lo largo del siglo XX la iglesia llegó a estar en serio peligro por el desplome de sus cubiertas y por patologías derivadas del asentamiento diferencial del terreno. Gracias a intervenciones de restauración recientes se ha recuperado gran parte de su estructura y hoy funciona como iglesia parroquial y como patrimonio protegido —aunque conserva huellas de remodelaciones posteriores (por ejemplo bóvedas de ladrillo añadidas en el siglo XVIII y una sacristía moderna en el lado que perdió un tramo). Es recomendable respetar las indicaciones del lugar al visitar (acceso interior restringido según celebraciones o conservación).
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