
Fuente con abrevadero de Arroyo de San Zadornil
En pleno casco urbano de Arroyo de San Zadornil, dentro de la Jurisdicción de San Zadornil, se encuentra una fuente con abrevadero que conserva intacto su valor histórico y funcional. Este elemento, situado justo antes del lavadero de la localidad, no solo servía como punto de abastecimiento de agua para los vecinos, sino que también suministraba directamente al propio lavadero, convirtiéndose en parte esencial de la vida cotidiana del pueblo.
Historia
Las fuentes con abrevadero eran piezas clave en los pueblos rurales, sobre todo en épocas en las que el agua corriente no llegaba a las casas. En el caso de Arroyo de San Zadornil, esta fuente se levantó junto a un muro de piedra de la Iglesia, en una posición estratégica que permitía a los habitantes acceder fácilmente al agua tanto para uso doméstico como para el cuidado de los animales. El abrevadero, con su pilón alargado, servía a caballos, vacas, ovejas o burros, que eran parte inseparable de la vida agrícola y ganadera de la zona. Además, al estar vinculada al lavadero, se convirtió en un eslabón fundamental en la red de abastecimiento del agua del pueblo.
Características
La fuente está construida en piedra, con un caño metálico incrustado en el muro y un pequeño pilón que da paso a un abrevadero de gran longitud. Este diseño sencillo, pero muy práctico, garantizaba que varios animales pudieran beber al mismo tiempo. La piedra, desgastada por el paso de los años y el uso continuado, muestra claramente la huella de la vida rural. Su ubicación, muy cercana al lavadero, refleja la perfecta organización que tenían los pueblos tradicionales para aprovechar al máximo sus recursos hídricos.
Uso y conservación
Hoy en día, la fuente con abrevadero de Arroyo de San Zadornil se mantiene en pie como testimonio de la importancia del agua en la vida del pueblo. Aunque ya no cumple la función diaria que tuvo durante siglos, sigue siendo un rincón con encanto que conecta al visitante con la historia y las costumbres locales. Su conservación es buena, gracias al uso de materiales resistentes como la piedra, y su integración con el lavadero refuerza su valor como conjunto etnográfico.
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