Las trincheras están formadas por zanjas en el terreno, desde la cual permiten disparar al enemigo. Su profundidad era de aproximadamente 1,30 m.
Las trincheras permitían el desplazamiento de los soldados para evitar ser divisados y el fuego enemigo. Las condiciones de salubridad dentro de las trincheras eran muy malas, debido a que los soldados debían permanecer aquí durante meses por lo que eran focos de infecciones.
Desde el Parapeto de la Muerte se defendían de las posiciones de Ayoluengo. Los parapetos son fortificaciones defensivas. Al principio eran de tierra, pero según evolucionaba la artillería se intercalaba mampostería de cemento con tierra y piedras. El foso, de profundidad media 1,20 m es una de las características principales de los parapetos.
Guerra Civil Española - 17 de julio de 1936 al 1 de abril de 1939
Parapeto de la Horca
Es el parapeto de mayores dimensiones, la estructura está semiexcavada en la roca caliza del páramo, de fábrica de piedra y hormigón y planta rectangular. Permite un dominio visual del territorio determinante por su valor estratégico para instalar la fortificación.
Estos fortines permitían albergar a un número más elevado de soldados que en el caso de los nidos de ametralladora, diseñados para ser ocupados por una o dos personas. Conserva las bocas de fuego para fusil alineadas, y combinadas con algunas destinadas para ametralladoras. El foso de una profundidad media de 1,20 metros es uno de los elementos principales en los parapetos. En este parapeto es muy interesante su relación con las trincheras pues en este caso reflejan la función de acceso al búnker.
Wifredo Román Ibáñez recoge en su investigación Combate en la Montaña. El frente de Palencia y Cantabria (marzo-septiembre de 1937) la nueva ofensiva republicana lanzada el 14 de mayo tras el ataque del 29 de marzo de 1937 que permitió recuperar el Parapeto de La Muerte pero no cumplir el objetivo de ocupar Sargentes. La estrategia seguida el 14 de mayo se basaba en el ataque inicial desde El Parapeto de La Muerte hasta las defensas nacionales situadas alrededor del pueblo. Ocupar el parapeto de La Horca era fundamental para conseguir el acceso a la población. Una vez tomado el Parapeto de La Horca el Batallón 123 entraría en Sargentes. Para distinguirse de los enemigos si se llegaba al combate cuerpo a cuerpo los soldados debían llevar un pañuelo anudado al cuello.
El Batallón 113 puso en verdaderos aprietos a los defensores de este parapeto, pero finalmente no fue tomada esta posición y Sargentes siguió en manos de los nacionales en su avance hacia la actual Cantabria y la ciudad de Santander, aunque amenazado por las fuerzas republicanas en las alturas cercanas.
Este mismo investigador ha localizado en el Archivo General de la Guerra Civil Española, integrado en el Centro Documental de la Memoria Histórica, en Salamanca el documento que refiere a los acuerdos de ambos bandos de la interrupción de los ataques en esta línea del frente para recoger los cuerpos de los soldados caídos en la contienda.
La tradición oral sitúa el origen del topónimo La Horca en la ubicación en este enclave de la horca donde se ajusticiaba a los penados por la ley en tiempos pasados.