Necrópolis El Otero
La Necrópolis de El Otero es uno de los yacimientos arqueológicos más significativos del Valle de Manzanedo, ubicado a las afueras del pueblo de Crespos, en la provincia de Burgos. Esta necrópolis altomedieval, que probablemente data de los siglos IX al XI, incluye varias tumbas antropomorfas excavadas en roca y vestigios de la desaparecida iglesia de San Miguel. A lo largo de los años, esta área histórica ha captado el interés de historiadores, arqueólogos y habitantes locales, quienes buscan preservar y dar a conocer la relevancia cultural de este enclave funerario, representativo de la vida y costumbres de la Alta Edad Media en Castilla.
Historia
La necrópolis de El Otero fue dada a conocer en el año 2000 por** Elías Rubio** en su libro Los Pueblos del Silencio, en el cual recogía testimonios orales de Eliseo, un vecino de Crespos que conservaba el conocimiento de este antiguo cementerio. La historia de El Otero refleja el auge y decadencia de los asentamientos altomedievales en la región: construida en torno a una iglesia que servía como lugar de culto, la necrópolis acogía los enterramientos de los habitantes de un antiguo poblado del cual solo se conserva el nombre de su iglesia, San Miguel. Esta estructura probablemente quedó en desuso y fue desmantelada hacia el siglo XVIII, con sus materiales reutilizados en edificaciones cercanas.
La falta de documentación histórica detallada y de estudios arqueológicos exhaustivos ha hecho que El Otero permanezca en el olvido durante muchos años, sin figurar en los registros oficiales del patrimonio arqueológico de Burgos hasta fechas recientes. Sin embargo, los estudios actuales y el interés renovado en el yacimiento podrían arrojar luz sobre este lugar, ampliando el conocimiento de los asentamientos altomedievales de la zona.
Características
La necrópolis de El Otero se encuentra en un pequeño altozano cerca del camino que lleva de Crespos a Munilla, a unos 300 metros de la última casa del pueblo. Las tumbas, orientadas de forma tradicional este-oeste, están excavadas en piedra arenisca, facilitando el trabajo de los habitantes de la época para esculpir en la roca un cementerio antropomorfo. Esta disposición responde a la creencia de que, en el Día del Juicio Final, los cuerpos resucitarían mirando hacia el sol naciente.
El terreno, de suave pendiente, se caracteriza por una zona de tierra sin vegetación en la que se hallan indicios de antiguos muros o cimientos, lo que sugiere la posible ubicación de la iglesia de San Miguel. Alrededor de este espacio, se distribuyen las tumbas antropomorfas, aunque muchas están actualmente cubiertas de vegetación y solo se distinguen vagamente. Este tipo de necrópolis con tumbas excavadas en roca es propio del contexto altomedieval, reflejando tanto las prácticas funerarias como la organización social de la época.
Uso y conservación actual
Hoy en día, la Necrópolis de El Otero es objeto de interés por parte de la comunidad local y asociaciones de vecinos que han emprendido tareas de limpieza y señalización. La asociación de vecinos de Crespos ha estado activa en la recuperación de este sitio, tomando como modelo la restauración de otra necrópolis cercana, la de Los Moros de Santillana. Actualmente, estos esfuerzos están centrados en la localización y limpieza de las tumbas de El Otero y en la futura señalización del yacimiento con el objetivo de hacerla accesible para los visitantes y turistas que deseen conocer este testimonio de la historia medieval burgalesa.
Sin embargo, la necrópolis aún carece de una catalogación oficial que garantice su protección y conservación a largo plazo. Los esfuerzos locales buscan, por lo tanto, no solo la recuperación física del sitio, sino también su inclusión en los registros de patrimonio arqueológico, lo que permitiría implementar planes de conservación adecuados y proteger este patrimonio frente a posibles daños.
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