Castillo de Frías
El Castillo de Frías, también conocido como Castillo de los Duques de Frías o Castillo de los Velasco, es una de las fortalezas más emblemáticas de Castilla y León. Erigido sobre el peñasco de La Muela, el castillo domina el conjunto histórico de Frías y ofrece unas vistas impresionantes del valle de Tobalina y del paso del río Ebro, controlando una de las rutas históricas que conectan la meseta castellana con la cornisa cantábrica.
Historia
La primera mención documentada de la fortaleza de Frías data del año 867, con su origen ligado a la función de defensa frente a los musulmanes. Sin embargo, fue en 1201 cuando el castillo adquirió relevancia, al pasar a manos de la Corona bajo el reinado de Alfonso VIII, quien lo reformó y mejoró sus defensas. Estas reformas convirtieron al castillo en una pieza clave en el control del territorio, reemplazando al Castillo de Petralata en funciones estratégicas.
En 1446, el castillo fue cedido a Pedro Fernández de Velasco, quien realizó importantes labores de restauración. Sin embargo, los habitantes de Frías, hasta entonces bajo el control real, no aceptaron de buen grado la cesión al nuevo señor. Tras un largo conflicto, los vecinos se vieron obligados a rendirse, y en 1492, los Reyes Católicos crearon el Ducado de Frías para la familia Velasco.
A lo largo de los siglos, el castillo fue adaptado para el uso de la artillería en el siglo XV, y su función militar cesó tras la Guerra de Independencia. En 1920, pasó a manos municipales y se destinó a usos recreativos, como lugar de eventos deportivos y populares. Hoy en día, tras su restauración, es uno de los principales atractivos turísticos de Frías.
Arquitectura
El Castillo de Frías es un ejemplo espectacular de castillo roquero, destacando por su emplazamiento sobre el peñasco de La Muela, que le otorga una apariencia imponente. El conjunto actual es una mezcla de construcciones de los siglos XII, XIII, XV y XVI, lo que refleja las diversas etapas de ampliación y restauración que ha vivido a lo largo de los siglos.
Torre del Homenaje:
Esta torre se eleva de manera independiente sobre una roca separada del resto del castillo, una de las características más singulares de esta fortaleza. Construida en mampostería, la torre tiene forma poligonal y está conectada al resto del castillo mediante una angosta escalera. En su interior, se conservan capiteles románicos con figuras mitológicas y jinetes.
Patio de Armas:
El castillo cuenta con un amplio patio de armas, rodeado por altas murallas almenadas. En el lado sur, aún se pueden ver los ventanales adornados con capiteles historiados de los siglos XII y XIII. El patio, en su origen parcialmente cubierto, albergaba las residencias en el lado sur y las zonas de servicio al norte.
Sistema defensivo:
El castillo estaba protegido por un foso y un puente levadizo que daba acceso a una antepuerta defendida por troneras y saeteras. Las murallas almenadas permitían el paso de ronda o adarve, y en el siglo XV se adaptó para la artillería con la incorporación de cañoneras.
Elementos destacados
Puerta de acceso: Tras cruzar el puente levadizo, se accede al castillo por una puerta fortificada, protegida por un rastrillo de acero o madera. En los muros se pueden ver troneras y saeteras, que reforzaban la seguridad. Ventanales románicos: El muro sur conserva tres ventanales ajimezados decorados con capiteles románicos. Estos capiteles muestran figuras mitológicas como arpías, grifos y centauros, que representan temas caballerescos y míticos. **Torre del Reloj: **En el extremo opuesto a la Torre del Homenaje se encuentra la Torre del Reloj, una estructura circular del siglo XVI o XVII que albergaba un reloj para el servicio de la ciudad.
Viento: 1 km/hHumedad: 90%