Puente medieval de Frías
El Puente Medieval de Frías, situado sobre el río Ebro en la ciudad de Frías, es una de las joyas arquitectónicas más importantes de la provincia de Burgos y uno de los mejores ejemplos de puentes fortificados de la España medieval. De origen romano, su estructura actual se remonta a la Edad Media, y es un punto esencial en la comunicación entre la Meseta y la costa Cantábrica.
Historia
El Puente de Frías tiene una larga historia que se remonta a la época romana, cuando formaba parte de una importante calzada que conectaba el interior de la Meseta con la costa Cantábrica. Esta calzada pasaba por lugares como el Portillo de Busto, Tobera y Frías, cruzando por el desfiladero de Herrán hasta llegar a Orduña, facilitando el comercio entre las diferentes regiones. Aunque su construcción original fue romana, la estructura del puente fue reconstruida varias veces durante la Edad Media, especialmente tras la repoblación de la zona promovida por Alfonso VIII en el siglo XIII.
El puente fue crucial para la ciudad de Frías, y su importancia aumentó cuando la villa recibió el título de realenga en 1396. Para controlar el acceso y cobrar pontazgo (un impuesto para cruzarlo), se añadió una torre defensiva en su parte central. El mantenimiento de esta imponente estructura representaba una gran carga económica para el municipio, ya que su uso por comerciantes y trashumantes era continuo, lo que hacía necesario repararlo frecuentemente.
A lo largo de los siglos, el puente ha sufrido numerosas inundaciones y daños debido a las crecidas del Ebro, lo que ha llevado a múltiples restauraciones, la más reciente en 1981. Actualmente, el puente se conserva en excelentes condiciones y es uno de los símbolos históricos más reconocidos de Frías.
Descripción arquitectónica
El Puente Medieval de Frías mide 143 metros de longitud y tiene una anchura de 3,45 metros. Su altura, desde el nivel del agua hasta el pretil más alto, es de 11,3 metros, lo que le otorga una posición dominante sobre el río Ebro.
El puente consta de nueve arcos de diferentes épocas. Los arcos centrales son apuntados, característicos del gótico, mientras que los más antiguos, en el extremo sur, son ligeramente rebajados y fueron reconstruidos en el siglo XVIII, como se aprecia por su acabado más perfecto. En el puente, se pueden observar aliviaderos que, además de reducir el peso de la estructura, le otorgan armonía estética.
Uno de los elementos más destacados es su** torre central**, construida en la Edad Media con una base pentagonal y almenada en su parte superior. Esta torre, que servía para cobrar el pontazgo y controlar el acceso, cuenta con una bóveda apuntada en su base y saeteras a lo largo de su estructura. En la parte superior de la torre, una escalera de caracol conduce a una pequeña sala con acceso a la terraza.
Los tajamares del puente, que protegen sus pilares de la fuerza del agua, son de origen romano en su base, aunque se fueron elevando en épocas posteriores. Están dispuestos en forma de espolón en la parte aguas arriba, mientras que en la parte opuesta son más cuadrados y sirven como contrafuertes.
Importancia y uso actual
El Puente de Frías ha sido testigo de numerosos eventos históricos y ha sido fundamental para el desarrollo de la villa de Frías como centro comercial y de tránsito entre el Valle de Tobalina y otras regiones. Su fortificación y la construcción de la torre central en la Edad Media lo convirtieron en un elemento clave para la defensa de la ciudad.
Hoy en día, el puente es un símbolo icónico de Frías y un importante atractivo turístico. Su estado de conservación y su entorno natural, con vistas al río Ebro y a la ciudad fortificada de Frías, lo hacen un lugar imperdible para los visitantes.
Viento: 2 km/hHumedad: 81%