El Cementerio de Sad Hill, situado en la provincia de Burgos, se ha convertido en un lugar de peregrinación para los amantes del cine y la historia. Este emblemático escenario, creado en** 1966** para el rodaje de la icónica película "El bueno, el feo y el malo" de Sergio Leone, ha trascendido su origen cinematográfico para convertirse en un símbolo cultural, donde la ficción y la realidad se entrelazan de manera única.
Ubicado en el valle de Mirandilla, en las cercanías de las localidades de Contreras, **Santo Domingo de Silos **y Carazo, el Cementerio de Sad Hill fue construido expresamente para la escena final de El bueno, el feo y el malo. Esta escena, considerada una de las más memorables de la historia del cine, presenta el icónico duelo entre los personajes interpretados por Clint Eastwood, Lee Van Cleef y Eli Wallach. El escenario, con su característico cementerio circular rodeado de montañas y un paisaje desolado, sigue cautivando a quienes lo visitan, evocando la atmósfera del legendario western.
Tras décadas de olvido, en 2015 un grupo de cinéfilos locales y voluntarios decidió recuperar el cementerio original, que había quedado cubierto por la vegetación. La asociación "Sad Hill Cultural" lideró la restauración, desenterrando las tumbas falsas y reconstruyendo el característico círculo central. En este proceso de recuperación, se instalaron cruces conmemorativas que rinden homenaje tanto a personajes ilustres como a personas vinculadas a la película. Entre ellas, destaca la cruz dedicada a la banda Metallica, que utiliza la banda sonora de la película, compuesta por Ennio Morricone, para abrir sus conciertos.
Hoy en día, el Cementerio de Sad Hill es mucho más que un set de rodaje; es un símbolo de la cultura cinematográfica que atrae a miles de visitantes cada año. El lugar ha sido escenario de numerosos eventos, como proyecciones al aire libre de la película, conciertos y otras actividades culturales que celebran el legado del cine. Además, su localización en el Parque Natural Sabinares del Arlanza-La Yecla lo convierte en un destino ideal para combinar el turismo cultural con la exploración de la naturaleza.