El arco de San Gil, contiguo a la iglesia del mismo nombre, es una edificación perteneciente a la muralla de la ciudad de Burgos que puso en marcha Alfonso X el Sabio en 1276, siendo esta una de sus entradas más utilizadas y que daban a la parte norte de la misma. Aunque su aspecto actual no es el original, ya que ha sufrido diversos cambios y reformas entre las más importantes la realizada por Juan de Vallejo en el siglo XVI y en el siglo XVIII por Manuel de Baztigueta.
En su parte superior del arco contiene uno de los emblemas iniciales de la ciudad que en el siglo XIX fueron utilizados para la realización del escudo de la ciudad, siendo este muy acercado al resultado final.
Este arco estaba especialmente conectado con la iglesia de San Gil y el Concejo de la ciudad le otorgo diferentes funciones, entre ellas la de cárcel local, pero también tenía acceso a la iglesia y en su torreón desaparecido se daba acceso a las “emparedadas” mujeres que dedicaban su vida a la meditación y penitencia, teniendo este lugar como su ubicación en la ciudad. Al igual que mantenía contacto muy directo con los conventos cercanos de la Trinidad y de San Francisco.
Esta parte de la muralla y el arco, contenían la zona más elevada de la muralla y el torreón contiguo que hoy todavía se puede ver, formaba parte de las labores que desempeñaba este arco, terminando siendo una casa de vecindad.