Ermita del Humilladero
La Ermita del Humilladero de Lerma es el último vestigio de los siete humilladeros que llegaron a existir en la villa durante la época del Duque de Lerma. Estas pequeñas ermitas, dispersas por los antiguos jardines y áreas verdes del Soto de la Villa, fueron parte del ambicioso proyecto del Duque para convertir a Lerma en un centro religioso de gran importancia durante el siglo XVII.
Historia
Los humilladeros, pequeños monumentos religiosos de carácter penitencial, eran un elemento común en las rutas de peregrinación en la Edad Media. En el caso de Lerma, el Duque mandó construir cinco de ellos y reformó dos más que ya existían, alcanzando un total de siete. Este conjunto de ermitas servía como estaciones de oración y reflexión para los peregrinos y fieles que visitaban la villa.
Uno de los aspectos más relevantes de estos humilladeros fue que, en 1609, el Duque de Lerma consiguió del Papa Paulo V un privilegio excepcional: todos aquellos que completaran el recorrido de los siete humilladeros en Lerma recibirían las mismas indulgencias que los peregrinos que visitaban las siete iglesias de Roma. Este reconocimiento otorgó a Lerma una importancia religiosa equiparable a la capital del cristianismo, lo que convirtió el lugar en un punto de peregrinación.
Características arquitectónicas
Aunque hoy en día sólo queda un humilladero, su estructura sigue siendo un testimonio del esplendor religioso de Lerma en su momento álgido. Este último humilladero es de estilo sobrio, en consonancia con la estética herreriana que caracterizó muchas de las edificaciones patrocinadas por el Duque.
Los humilladeros solían estar ubicados en zonas elevadas o a las afueras de las ciudades para que los peregrinos pudieran rezar y, según la tradición, "humillarse" en señal de penitencia y devoción. El último humilladero de Lerma mantiene esa función simbólica y arquitectónica, aunque la estructura física ha sido restaurada para mantener su integridad.
Uso Actual y Conservación
Hoy en día, la Ermita del Humilladero no solo es un lugar de interés histórico, sino también un espacio de reflexión para quienes visitan Lerma. El humilladero ha sido restaurado y se ha preservado como uno de los puntos clave del patrimonio cultural y religioso de la villa. Aunque los otros seis humilladeros desaparecieron a lo largo del tiempo, la ermita restante sigue siendo un recordatorio del prestigio y poder del Duque de Lerma y su conexión con la Iglesia Católica.
Viento: 4 km/hHumedad: 67%