Albillos
El municipio de Albillos, situado a pocos kilómetros de la ciudad de Burgos, tiene un origen que se remonta a finales del siglo X. La primera mención conocida data del año 994, cuando Ermegildo y Gota Lélez realizaron una donación al abad Falconio del monasterio de San Pedro de Cardeña. Durante los siglos siguientes, Albillos continuó siendo objeto de importantes donaciones, tanto al propio monasterio de Cardeña como a la Catedral de Burgos. El monasterio de San Millán, que una vez existió en este lugar, tuvo una vida efímera, pero dejó su huella en los documentos medievales.
Albillos está situado en el fértil alfoz burgalés, con sus campos abiertos y paisajes salpicados de tierras agrícolas que reflejan la tradición cerealista de la región. A medida que se avanza por sus caminos, se puede disfrutar del encanto rural típico de la zona, rodeado de suaves colinas y campos de cultivo que destacan por su belleza, especialmente en la época de cosecha. Esta localidad, que en el pasado formó parte del Partido de Burgos, refleja un estilo de vida tranquilo y apacible, muy cercano a la ciudad pero conservando la serenidad del entorno rural.
Una de las construcciones más destacadas de Albillos fue la Torre de los Cartagena, construida en el siglo XIV. Originalmente, esta torre fue un símbolo de la importancia histórica de la villa durante la Edad Media. En la década de 1960, los propietarios del famoso Hotel Landa en Burgos compraron esta torre y la trasladaron piedra a piedra hasta la entrada de la capital burgalesa, en la A-1, donde sigue siendo un icono visible para quienes acceden a la ciudad. Además, Albillos cuenta con una iglesia parroquial que refleja su rica herencia religiosa y cultural.
En la actualidad, Albillos es una pequeña localidad que ha sabido preservar su esencia histórica. Aunque ha experimentado la modernización y la proximidad a la capital ha favorecido el desarrollo, conserva su carácter tradicional y su atmósfera acogedora. Las antiguas tradiciones se mantienen vivas entre sus habitantes, quienes valoran su legado histórico. El pueblo sigue siendo un ejemplo de las pequeñas villas que, aunque cercanas a núcleos urbanos importantes, conservan un estilo de vida pausado y una fuerte conexión con su pasado.