Briviesca, conocida como "la bien trazada", es una histórica localidad situada en el noreste de la provincia de Burgos, a unos 40 kilómetros de la capital, en plena comarca de La Bureba. Este enclave estratégico, que se encuentra en un cruce de caminos que conectan Burgos con La Rioja y el País Vasco, ha sido fundamental en su desarrollo a lo largo de los siglos. Su origen se remonta a tiempos prerromanos, pero fue con la dominación romana cuando Briviesca comenzó a consolidarse como un importante núcleo de comunicaciones y comercio, situándose en la antigua vía de acceso entre las tierras del Ebro y la Meseta. El nombre de Briviesca deriva del vocablo celta briva, que significa "puente" o "paso", lo que evidencia su importancia como lugar de tránsito y encuentro.
A lo largo de la historia, Briviesca creció y se desarrolló como una villa importante dentro del Reino de Castilla, especialmente durante la Edad Media, cuando se la dotó de fueros y privilegios que fomentaron su desarrollo urbano y económico. Fue en esa época cuando adquirió su sobrenombre, "la bien trazada", debido a la ordenación geométrica y planificada de sus calles, algo poco común en las villas medievales. Su trama urbana en forma de retícula, con plazas amplias y calles rectas, ha sido reconocida como un modelo de urbanismo racional. Este diseño refleja una planificación adelantada a su tiempo, que buscaba combinar la funcionalidad y el bienestar de sus habitantes, algo que sigue siendo evidente en el actual casco histórico de la localidad.
Briviesca ha mantenido a lo largo de los siglos una gran relevancia regional, tanto en términos económicos como culturales. Como punto clave en las rutas de comercio y peregrinación, como el Camino de Santiago, la villa se benefició de su ubicación privilegiada, atrayendo a comerciantes, viajeros y peregrinos. Su Plaza Mayor, con soportales y una disposición armónica, es uno de los mejores ejemplos de esta planificación urbana, rodeada por importantes edificios históricos que aún hoy siguen siendo el corazón de la vida briviescana. Este ordenamiento no solo facilitó el crecimiento de la villa en su época dorada, sino que también le ha permitido conservar un casco urbano agradable y funcional para sus habitantes y visitantes.
Hoy en día, Briviesca sigue siendo un ejemplo de urbanismo bien conservado, con su trazado medieval perfectamente integrado en la vida moderna. Sus calles, plazas y edificios históricos conviven con una localidad que ha sabido adaptarse a los tiempos, pero sin perder el encanto de su pasado. La ciudad es un centro comarcal activo, con una rica vida cultural y un patrimonio que atrae a turistas y peregrinos. Además de su legado histórico, Briviesca es un lugar donde disfrutar de su tranquilidad, sus plazas llenas de vida, y su papel como centro comercial y de servicios para toda la comarca de La Bureba.